«Para ser sincero, ninguna de mis lámparas arroja demasiada luz; son sobre todo objetos», reconoce Paolo Tilche, el ecléctico arquitecto y empresario milanés. La lámpara de mesa Anna —una pantalla cónica muy sencilla con una sola varilla de acero perforada que conforma la base y alberga el cable de alimentación— es la creación que le contradice. Sus elegantes líneas ofrecen luz tanto directa como indirecta al iluminar la superficie que tiene debajo, además de las paredes, la estancia y todo lo que la rodea.
